ENAMORARSE ¿PERO DE QUÉ?
“Estaba feliz porque mi novio me
había regalado un anillo muy bonito y muy caro –muestra de su gran cariño- pero
me vine a enterar que se lo había regalado a otra y por enojo “la otra” se lo
había regresado –el muy canalla nos tenía a las dos al mismo tiempo ¡Qué
desilusión! Por eso corté con él”. En una ocasión escuché este comentario y
creo que ese “cortar con él” por “esa desilusión” se quedó en poco… otra jovencita
le hubiese puesto ¡una cachetiza!
Ya Jesucristo lo decía “dónde está tu
tesoro ahí está tu corazón”
Yo creo que todos, todos, todos de
una o de otra manera estamos enamorados de algo o de alguien de lo contrario
¡Estaríamos muertos en vida!
Cuando estamos enamorados “nuestro
corazón palpita” nos alegra si lo tenemos, nos hace falta si no está, luchamos
por lograrlo, estamos motivados cuando lo hacemos, si lo perdemos sufrimos,
etc…
Sólo que ahora en nuestra imagen –el
pingüino que persigue a la Monjita- nos recuerda ¡Aguas con lo que amas! O también
¡Atento a quien crees amar!
Algo que resulta esencial es “tener
claridad” y “sensatez” en lo que nos fijamos. Es más que fundamental revisar
hacia dónde está orientado nuestro corazón, pues si aquello que tenemos como
“tesoro” resulta que es falso, que nosotros estamos mirando algo que no existe,
que es diferente, que es demasiado pasajero o sencillamente que es imposible
¡Que terrible!
Por ejemplo, si mi ilusión u orgullo
está basada en mi “hermosa cabellera” y me quedo calvo ¡solito me fastidié! Ja,
ja, ja…
Si lo único que me preocupa es “mi
apariencia” y me creo mucha cosa por lo que tengo, el día que no tenga aquello que
creo “esencial” para mi rango, me sentiré defraudado.
Si aquello que me alienta es solamente
sentir que la gente me esté “aplaudiendo” seguramente no seré feliz, porque
sencillamente es imposible que todo el tiempo y por cualquier cosa te estén
halagando.
Conozco gente que su orgullo es tener
“un buen trabajo” y cuando por diferentes circunstancias lo pierden –aunque tengan
otro trabajo que los sostenga- ¡que
desdichadamente viven!
Hay personas que se sienten “vanidosas”
por su apellido y pensar que ni siquiera dependió de ellos llegar a esa
familia.
No se trata de perder el ánimo por
tener “afectos” o “esperanzas” sino de ser realistas en aquello que nosotros
consideramos “nuestros amores”, nuestros
ideales o en ocasiones lamentablemente podrían ser solamente intereses
egoístas.
Si realmente tenemos fe nuestro único
primer Amor y por ello Amor lo escribo con mayúsculas es Dios. Los demás “amores”
estarían en orientación a Él, a su hermosa voluntad, a sus sabias enseñanzas,
al camino que nos traza para la vida…
Quienes tenemos fe somos afortunados
pues tenemos la claridad para fundamentar nuestro amor en La Realidad Eterna,
una realidad que se construye en el presente y que se proyecta hacia un
horizonte infinito. Nuestra existencia no se reduce a lo que miran nuestros
ojos, a unos años de existencia por esta tierra pues nuestro corazón estará
orientado al que Es Eterno. Quienes tenemos fe tenemos la certeza que nunca y
de ninguna manera seremos defraudados.
Resulta esencial renovar nuestros
ideales en todo momento, que eduquemos a nuestros niños a orientar su corazón en
realidades que no son pasajeras como dice la Biblia en “buscar en las cosas de
arriba” donde no “carcome la polilla”.
Entonces no seremos “pingüinos que
persiguen monjitas” ja, ja, ja…
¡Que el Señor te bendiga
abundantemente!
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