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VAGABUNDO Y PRESUMIDO

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🤔🤔 VAGABUNDO Y PRESUMIDO 🤔😫

Yo creo que todos en algún modo y momento de la vida ¡nos comportamos así! Vagabundos y presumidos… ¡Qué ridículo!
Siendo honestos pues no se trata de mentirnos a nosotros mismos y mucho menos ¡mentirle a Dios! Llegamos a “presumir” de alguna manera a nosotros mismos, a los demás tratando de “lucir” que sabemos, tenemos o hacemos “más que otros” ¡De qué se trata!
Si pensamos un poco más las cosas, si tratamos de abrir los ojos a la realidad:
¿Qué es lo que realmente sabemos? ¿Qué es lo que realmente tenemos? ¿Qué es lo que realmente hacemos? ¡Quienes somos!
En esta tierra todo es realmente tan relativo… En un momento tienes salud pero en un instante cualquiera la puede perder; en este momento estás vivo, pero en cualquier instante y motivo puedes morir o pueden morir tus seres queridos; en un momento puedes tener muchas propiedades y en otro instante las puedes perder o simplemente no te servirán de gran cosa ante las desgracias de una enfermedad, un accidente o una familia que se despedaza; en un momento determinado puedes estar luciendo un auto nuevo y sentirte “valioso” y en otro instante ese auto puede ser robado o tener un accidente… Es interminable la lista de que ¡todo, todo, todo! Si abrimos los ojos es tan relativo… Ya la Biblia nos dice “vanidad de vanidades, todo es vanidad”. En este mundo nadie y nunca podrá reunir todo y estar en la cumbre de “saber, tener y hacer” más que los demás, ni tampoco existe algún santo que no tenga pecado o algún pecador que no pueda arrepentirse y recibir misericordia de Dios. Alguno tendrá dinero, pero no tendrá salud, alguno tendrá salud, pero no tendrá dinero, alguno tendrá “belleza y atractivo” pero posiblemente no tendrá salud… y así podríamos continuar analizando la realidad ¡la realidad! ¡Todos, todos, todos – y de eso estamos totalmente seguros- tendremos que morir algún día!
Estoy convencido que no se trata de entrar en depresión pensando que nada vale la pena, que no somos nada y que para qué luchamos.
Tampoco se trata de tratar de comernos el mundo a “puños” abusando de salud, dinero o trabajo.
Tampoco se trata de tener una actitud de “rebeldía” y amargarnos la vida con todos y por todo.
Tampoco se trata de ser superficial…
Creo que cuando nos ponemos a presumir dejamos de ver y sentir ¡lo que realmente sabemos tenemos o hacemos!
Presumir en el fondo es solamente humo, ilusiones, fantasmas o monstruos con los cuales llenamos nuestra alma por el vacío que sentimos o creemos tener…
Quien realmente valora lo que sabe, hace o tiene ¡valora lo que es! y ¡no tendría por qué presumir! Pues está convencido que si bien sus recursos y posibilidades “no son lo máximo” tampoco por eso se encuentra “encarcelado” sino que siempre podrá ejercitarse y crecer en algo que sí está a su alcance.
Creo que en la realidad -sin menospreciar o despreciar a nadie- todos somos vagabundos efímeros en este mundo. Creo que Dios nos ha creado tan limitados para levantar la mirada a Quien no ES limitado y que nos convoca a participar de su Vida Plena…
Es por ello que cada vez que me pongo a presumir tendría que recordar que me estoy pareciendo a: un “vagabundo que agita su vaso que tiene pocas monedas”
¡Sé feliz! Que Dios quiere llenar todo nuestro ser de “ÉL” o mejor dicho entrar en ÉL que es Plenitud de todo, Plenitud de Amor… Auténtica realidad que no pasa. El único Ideal por el cual vale la pena dar la vida.
Si queremos que nuestros niños y jóvenes tengan un corazón sano… y que no hagan ridículos, hay que educarlos con el ejemplo y la palabra a darse cuenta que todo es frágil, que nadie vale menos que uno, que hay que valorar lo que se tiene y que resulta ridículo presumir… y que si presumimos ¡haremos el ridículo! 😫 😫 😫 😫


¡Que el Señor te bendiga abundantemente!😊 😊 😊


VAGABUNDO Y PRESUMIDO

Autor : Netzahualcoyotl. H. Xochitiotzin Ortega
Fecha :

El papá entrenador

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El papá entrenador:

Observando al niño del vídeo es posible que lo primero que se presente en nuestra mente y corazón sea admirar la valentía, el entusiasmo y la alegría al conquistar algo que para la hermanita sería muy simple “jugar a la resbaladilla”.
Solamente que también pienso que si ese niño llega a tener esos logros -dada su situación de salud- también se debe a sus papás. Unos papás que lo han aceptado, que le han hecho sentir todo su amor, que lo han animado, que lo “entrenan” para que afronte sus “problemas” y que por ello no les resuelven las dificultades…
Son unos papás que le hacen sentir que los obstáculos son “normales” en la vida y que por lo tanto no debe verlos como conquistas “imposibles” sino que más bien como obstáculos que con esfuerzo los podrá vencer.
Son unos papás con la convicción que su hijo necesita un corazón fortalecido que le haga sentir que vale y que logrará aquello que se proponga, aunque aparentemente sería imposible de lograr.
Son unos papás que saben que el ambiente donde se desarrollará su hijo no será sencillo, pues en ningún lugar y en ninguna circunstancia la vida es totalmente simple ¡Siempre existirán dificultades!
Son unos papás que, aunque seguramente “sienten feo” ante lo que sufre su hijo para lograr “conquistar algo”, no se detienen en su propio dolor, sino que anteponen todo para que su hijo crezca autosuficiente…
Ciertamente yo admiro muchísimo a ese pequeñín en su “misión imposible” ciertamente ¡Lograda! Y donde el gozo que experimenta al final es inmenso, pero estoy consciente que detrás de ese niño están unos papás que son muy semejantes a un entrenador deportivo de campeones. Son unos papás con un enorme corazón y una voluntad “de acero” que hacen que su amor vea y se comprometa para que su hijo crezca.
Creo que todos podemos aprender muchísimo. Todos -aún los que no tenemos hijos naturales y especialmente los papás acompañamos a niños en su crecimiento o también orientamos a jóvenes y adultos en el acompañamiento a pequeñines… y estoy convencido que no solamente los niños necesitamos en todo momento alguien que nos anime para que no nos dejemos vencer por problemas que nos parecen imposibles.
Siento que resulta esencial animarnos unos a otros en las dificultades de la vida. Hoy por ti, mañana por mi… ¿No te parece?
¡Que el Señor te bendiga abundantemente!


El papá entrenador

Autor : Netzahualcoyotl. H. Xochitiotzin Ortega
Fecha :

«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Mt 16,24).

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Palabra de Vida,  septiembre de 2017

«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Mt 16,24).
Jesús está en la plenitud de su vida pública, en medio de su anuncio de que el Reino de Dios está cerca, y se prepara para ir a Jerusalén. Sus discípulos, que han intuido la grandeza de su misión y han reconocido en Él al Enviado de Dios que todo el pueblo de Israel aguardaba, esperan por fin liberarse del poder de Roma y ver el alba de un mundo mejor, portador de paz y prosperidad.
Pero Jesús no quiere alimentar esas ilusiones; dice claramente que su viaje hacia Jerusalén no lo llevará al triunfo, sino más bien al rechazo, al sufrimiento y a la muerte; revela también que al tercer día resucitará. Son palabras tan difíciles de entender y de aceptar que Pedro reacciona y muestra su rechazo a un proyecto tan absurdo; incluso intenta disuadir a Jesús.
Después de un serio regaño a Pedro, Jesús se dirige a todos los discípulos con una invitación desconcertante:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame».
Con estas palabras, ¿qué les pide Jesús a sus discípulos de ayer y de hoy? ¿Quiere que nos despreciemos a nosotros mismos, que nos volquemos todos en una vida ascética? ¿Nos pide que busquemos el sufrimiento para ser más gratos a Dios?
Esta Palabra nos exhorta más bien a seguir los pasos de Jesús acogiendo los valores y exigencias del Evangelio para parecernos cada vez más a Él. Lo cual significa vivir con plenitud la vida entera, como hizo Él, incluso cuando aparece en el camino la sombra de la cruz.
«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame».
No podemos negarlo: cada uno tiene su cruz. El dolor, con sus variadas caras, forma parte de la vida humana, pero nos parece incomprensible, contrario a nuestro deseo de felicidad. Pero ahí es precisamente donde Jesús nos enseña a descubrir una luz inesperada. Como sucede cuando, al entrar en algunas iglesias, descubrimos lo maravillosas y luminosas que son sus vidrieras, que desde fuera parecían oscuras y sin belleza.
Si queremos seguirlo, Jesús nos pide que modifiquemos completamente nuestros valores, quitándonos nosotros del centro del mundo y rechazando la lógica de buscar el interés personal. Nos propone que prestemos más atención a las necesidades de los demás que a las nuestras; que usemos nuestras energías para hacer felices a los demás, como Él, que no perdió ocasión de consolar y dar esperanza a aquellos con quienes se encontraba. Y por este camino de liberación del egoísmo podemos comenzar a crecer en humanidad, a conquistar la libertad que realiza plenamente nuestra personalidad.
«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame».
Jesús nos invita a ser testigos del Evangelio aun cuando esta fidelidad sea puesta a prueba por pequeñas o grandes incomprensiones del entorno social en que vivimos. Jesús está con nosotros, y quiere que nos juguemos la vida con Él por el ideal más atrevido: la fraternidad universal, la civilización del amor.
Esta radicalidad en el amor es una exigencia profunda del corazón humano, tal como atestiguan personalidades de tradiciones religiosas no cristianas que han seguido la voz de la conciencia hasta el fondo. Escribe Gandhi: «Si alguien me matase y yo muriese con una oración por mi asesino en los labios y el recuerdo de Dios y la consciencia de su viva presencia en el santuario de mi corazón, sólo entonces se podrá decir que poseo la no violencia de los fuertes»1.
Chiara Lubich encontró en el misterio de Jesús crucificado y abandonado la medicina para sanar cualquier herida personal y cualquier desunidad entre personas, grupos y pueblos, y compartió con muchos este descubrimiento. En 2007, con ocasión de un congreso de movimientos y comunidades de distintas Iglesias en Stuttgart (Alemania), escribió:
«También cada uno de nosotros sufre en la vida dolores por lo menos un poco semejantes a los de Él. […] Cuando sintamos […] estos dolores, acordémonos de Él, que los hizo suyos: son poco menos que una presencia de Él, un modo de participar en su dolor. Hagamos como Jesús, que no permaneció petrificado, sino que añadió a ese grito las palabras: “Padre, en tus manos pongo mi espíritu” (Lc 23, 46) y volvió a abandonarse en el Padre.
Como Él, también nosotros podemos ir más allá del dolor y superar la prueba diciéndole: “En ella te amo a ti, Jesús abandonado; te amo a ti, te recuerdo a ti, es una expresión tuya, un rostro tuyo”. Y si en el momento siguiente nos lanzamos a amar al hermano y a la hermana y a hacer lo que Dios quiere, la mayoría de las veces experimentamos que el dolor se transforma en alegría […]. Los pequeños grupos en que vivimos […] pueden conocer pequeñas o grandes divisiones;    también en ese dolor podemos ver su rostro, superar ese dolor en nosotros y hacer lo que sea con tal de recomponer la fraternidad con los demás. […] La cultura de la comunión tiene como camino y modelo a Jesús crucificado y abandonado»2.  
                                                                         LETIZIA MAGRI
1 M. K. GANDHI, Antiche come le montagne, Ed. di Comunità, Milán 1965, pp. 95-96.
2 C. LUBICH, «Por una cultura de comunión», Encuentro Internacional «Juntos por Europa», Stuttgart (Alemania), 12-5-2007: http://www.together4europe.org/


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Autor : Netzahualcoyotl. H. Xochitiotzin Ortega
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