EDUCAR, CUESTIÓN DEL CORAZÓN:
Entre los muchos maestros a quienes admiro y quiero y entre
ellos a quienes han sido y siguen siendo mis maestros también se encuentra
alguno que me ha puesto a pensar, en una ocasión tuve la oportunidad de leer un
texto escrito por un profesor cuya redacción, caligrafía y ortografía quedé
“congelado” no podía creer lo que veía, era similar al de un niño que empieza a
leer y escribir y ¡no exagero!
En más de una ocasión he escuchado el dicho que “solamente se
ama lo que se conoce”, que se ama más lo que se conoce más y estoy de acuerdo
que esta idea tiene algo de fundamento, algo de base. Es esencial conocer para
amar y para conocer debemos nos tienen que enseñar, nos tienen que educar. Por
ello mucho de lo que se habla para quien ejerce o ha ejercido el magisterio
está centrado “en las capacitaciones” intelectuales y ¡Está bien! Entonces hay
que implementar cursos a los maestros, hay que hacerles cursos a los maestros,
hay que someter a los maestros a “actualizaciones” constantes –extra de su
tiempo de trabajo— los papeleos para los programas, planeaciones de la
información que se deberá dar en ocasiones llenan las horas que debería dedicar
a su familia o a otras cosas. No soy contrario a una actualización constante en
el ámbito intelectual de nadie y ¡mucho menos de nuestros maestros!
Pero en ocasiones creo que dejamos a un lado el otro lado de
la medalla y que estoy convencido que también es esencial para la educación
“sólo se conoce lo que se ama” El conocimiento si corazón es frío, insípido,
gris, monótono y hasta cierto sentido hueco… entonces cuando solamente se lucha
por transmitir una verdad sin alma la educación resulta “anémica”.
Ya hace más de cien años el gran intelectual y santo John
Henry Newman decía “el corazón llama al corazón” Todo buen educador tiene que
alimentar sus ideales ¡Grandes ideales! Todo educador y toda la sociedad
debemos impulsar el amor a la educación y a los educadores. Los recursos para
que luchemos por hacer presente, alimentar y hacer crecer “el amor” en la
educación no deberían tener fin y deberían encontrar el apoyo de todos.
Darle un corazón a lo que enseñamos, a lo que compartimos, a
lo que deseamos transmitir… solamente el corazón podrá “vitaminar” la educación
para que deje de ser “anémica” y sea “fuerte”. Cuando hay amor la actualización
intelectual resulta espontánea, cuando hay amor los métodos se buscan con
interés, cuando hay amor la creatividad crece y de alguna manera se encuentra
el camino más adecuado para la enseñanza.
Como resulta esencial que todos infundamos en nuestros niños
y en todo nuestro alrededor el respeto, gratitud y reconocimiento a nuestros
maestros, comenzando por aquellos que nos educan desde nuestro nacimiento
“Nuestros papás, abuelos, parientes” aquellos buenos vecinos y amigos que nos
impulsan a ser mejores. Hacer que crezcan en afecto a sus profesores…
Para quienes tenemos fe tenemos la certeza que Jesús es
nuestro maestro “camino, verdad y vida” referencia constante en el aprendizaje
de lo que debemos vivir en cada momento iluminados por su vida, por su palabra,
por sus discípulos…
Nadie, absolutamente nadie ha logrado algo bueno que no haya
aprendido y se aprende profundamente cuando en la educación existe “el
corazón”.
¡Que el Señor te bendiga abundantemente!
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