DESTRUIRSE O PERDONAR
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La molestia, dolor o malestar ante una ofensa es como abrir una herida que puede ser de la más insignificante hasta la más grave.
Nos podemos dejar por el rencor o deseo de venganza y mucho dependerá de nuestra indignación, gravedad de la herida, egoísmo y de cómo alimentemos el malestar en el corazón para que la herida sane o empeore hasta podrirse y posiblemente llevarnos hasta la muerte...
El perdón es una decisión, un compromiso que se debe renovar cada instante, es un proceso a la sanación interior... Sólo quién perdona podrá sanar, es natural que si la herida es grave se necesite iniciativa, compromiso, constancia y en casos más graves también ayuda profesional ¡por años!. Pero ¡Perdonar no es imposible! millones de personas lo han logrado...
Quienes tenemos fe somos muy afortunados... Sabemos que en el camino del perdón ALGUIEN (escrito con mayúsculas) antes ya nos ha perdonado nuestras faltas, hasta de las más graves que hayamos cometido y el perdón del mismo Dios no deja espacio para que no nos perdonemos a nosotros mismos, además nos impulsa para abrir nuestros corazones al proceso de perdonar...no estamos solos... por ello cada día incesantemente rezamos "Padre... perdónanos como perdonamos..."
¡Quien está en el camino de perdonar! está en el camino que ¡Lleva a la paz verdadera y profunda!
¡Que el Señor te bendiga abundantemente!
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