REFLEXIÓN: ¿Es fácil perdonar?

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¿ES FÁCIL PERDONAR?

Algunos podrán comentar que es imposible, otros que no es sencillo y alguno dirá que si bien cuesta algo se logra perdonar sin demasiado esfuerzo. No creo que ninguno de ellos diga mentiras, pues ante una misma ofensa todos sentimos y reaccionamos de manera diferente.
Una realidad que no podemos modificar es que en esta vida siempre existirán conflictos, roces con las personas pues simplemente no ven ni actúan de manera idéntica a nosotros. Nos toparemos con situaciones que lastiman. Por múltiples circunstancias alguno de nuestros proyectos  se puede venir abajo la confrontación jamás la podremos evitar del todo ¡hay que aceptarlo!
El dolor que viene de una ofensa ¡lo sentimos todos! Solamente una persona enferma siente placer con el sufrimiento, con el dolor.  En la ofensa se abre una herida y dependiendo de la intensidad del golpe las consecuencias serán leves o graves.
Ciertamente hay heridas que por sí mismas grandes, por ejemplo cuando se presenta una enfermedad incurable, un grave accidente o la muerte de un ser querido. Pero la mayoría de los dolores no llegan a estos extremos.
Es más que evidente que ante todo siempre tendremos la libertad de mirar las cosas desde nuestro punto de vista y ¡aquí está el detalle! Tengamos en cuenta que miramos las cosas desde nuestros ojos o desde nuestros lentes.
Una persona egoísta al inflar su “ego” cree que debe recibir la atención y el cuidado de todos así que ¡no se te ocurra lastimarlo! Aún el mínimo detalle de conflicto viene a ser indignante y su corazón experimentará que es demasiado extremo su dolor. Aún algo que sucedió por error, sin voluntad de lastimar viene a ser una tragedia y hasta dirá ¿acaso no te das cuenta de la gravedad de lo que haces? Llega a pretender que “adivinemos sus deseos” y al no hacer sus gustos hará caprichos exigiendo que se le pida perdón y de no hacerlo ¡arde Troya! O simplemente rompe toda relación porque experimenta que no es comprendido. Ciertamente lo más trágico es que se lo cree y llega a experimentar realmente que su alma está llena de heridas, de llagas que no pueden sanar porque son demasiado grandes. ¡Que terrible es tener un corazón así!
¿Por qué hay gente que pocas veces se ofende? ¿Es un inconsciente? ¿Será porque no siente dolor, es un masoquista? Ciertamente experimentan dolor solo que muchas veces depende de su vida interior, del haber aprendido que no todo es grave, ya Santo Tomás Moro lo decía con una frase “felices, dichosos aquellos que aprenden a distinguir entre una piedrita de una montaña se evitarán muchos tropiezos”. Su corazón se entrena en la generosidad, entonces su egoísmo disminuye y los conflictos se ven con mayor entendimiento. Son muchos los testimonios de personas que por vivir su fe llegan a tener inmensas heridas que sanan con el perdón.
La facilidad o la dificultad en perdonar, depende de ese entrenamiento interior cuando perdonamos los pequeños detalles de cada día. Cuando aprendemos a entender el comportamiento de los demás al ponernos en sus zapatos, aunque sea extremadamente absurdo su comportamiento. En el momento que disminuye nuestro egoísmo. Al descubrir que aquellos que ofenden en su interior viven un purgatorio y en casos extremos experimentan un infierno.  
Hace unos días me comentaba una amiga profesora la iniciativa de impulsar a sus alumnos a pedir perdón, a perdonar y después de ello continuar y me decía “los alumnos el día de mañana serán adultos que sepan perdonar, también ayudarán a sus hijos en el aprendizaje del perdón”. Entrenarnos en perdonar, ayudar a nuestros seres queridos en perdonar hará que todo sea más llevadero. Es tan esencial en la vida que Jesús lo puso como una oración en el Padre Nuestro “perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos” contamos con el amor de Dios en todo momento que sana, alienta e impulsa en el camino a nuestra libertad.
Perdonar es el camino a la paz.

Padre Netzahualcoyotl H. Xochitiotzin Ortega
Diócesis de Tlaxcala. México.

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